Trump amenaza a Venezuela: ¿un riesgo para la soberanía de América Latina?
Por Theo Belok.
La escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela ha alcanzado un nuevo nivel, con Donald Trump intensificando sus amenazas hacia el régimen de Nicolás Maduro. El presidente de Estados Unidos, conocido por su postura beligerante hacia Venezuela durante su mandato, ha dado un paso más allá en su enfoque, sugiriendo incluso que no descarta una vía de resolución “más dura”, “por las malas”, sin dar detalles concretos sobre su implementación. Afirmó literalmente que Estados Unidos puede “hacer las cosas por las buenas” o “por las malas”.
Esta nueva retórica, que llega en un contexto de un aumento de operaciones militares estadounidenses contra el narcotráfico en el Caribe y la intensificación de la presión diplomática sobre Venezuela, ha generado alarma tanto en el país sudamericano como en toda América Latina.
“Las declaraciones se producen en un momento de máxima presencia militar estadounidense en el Caribe. El portaviones USS Gerald R. Ford, el más grande de la flota, dirige una operación con más de una decena de barcos, aviones de combate y unos 12.000 efectivos, con el objetivo de enfrentar a organizaciones de narcotráfico. Desde septiembre, las fuerzas estadounidenses hundieron al menos 21 embarcaciones sospechosas y se reportaron más de 80 muertes relacionadas con estos operativos.” Infobae.
Trump ha afirmado en varias ocasiones que Estados Unidos no descarta nuevas medidas frente a Venezuela, y aunque sus declaraciones no han sido completamente claras ni explícitas, su retórica ha aumentado en tono. En una reciente conferencia de prensa, el mandatario reiteró su intención de continuar la lucha contra el narcotráfico en la región, mencionando que las rutas de tráfico de drogas por tierra podrían ser una "prioridad" a seguir en el futuro. Trump, de forma ambigua, destacó que el gobierno estadounidense ha decidido "actuar" contra las organizaciones narcotraficantes, sin especificar si esto incluiría una intervención militar directa.
¿Por qué ahora? El cambio de estrategia de Trump
El cambio de enfoque de Trump hacia Venezuela no es un fenómeno completamente nuevo, pero la intensificación de su retórica marca una diferencia respecto a sus declaraciones previas. Durante su primer mandato, Trump adoptó una postura semi confrontativa hacia Venezuela, imponiendo sanciones económicas y respaldando a la oposición política. Sin embargo, las recientes declaraciones indican un posible giro hacia un enfoque más agresivo y con menos restricciones. A pesar de que Trump no ha detallado explícitamente una "ofensiva terrestre", su retórica parece sugerir que no descarta ninguna opción, incluida la intervención militar directa, si la situación lo requiere. Las diferencias contra el dictador izquierdista aumentaron cuando Trump acusó al dictador Maduro de liberar reclusos y trasladarlos hacia territorio estadounidense. “Abrieron sus cárceles y prisiones y los arrojaron a Estados Unidos, y no estamos contentos con eso”, señaló. Según el presidente, entre esas personas se encontraban miembros del Tren de Aragua, narcotraficantes y “capos”. Varias organizaciones narcotraficantes han sido recientemente declaradas “terroristas” por el gobierno estadounidense.
Trump ha subrayado que su gobierno tiene la intención de frenar el flujo de sustancias ilícitas hacia los Estados Unidos, que afectan gravemente a la sociedad estadounidense, especialmente con el aumento de las muertes por fentanilo y opiodes varios, una causa que comenzó en su primer mandato. Desde 1999, la epidemia ha causado más de 900.000 muertes en EE.UU. En numerosos discursos públicos, Trump ha instado a una vida alejada de vicios como el alcohol y las drogas. En su primer mandato el sistema judicial dio un golpe mortal a la farmacéutica Perdue Pharma, una de las principales responsables de la crisis de opiodies legales (OxyContin), proceso que culminó en su disolución en 2025.
En este sentido, Trump ha sido claro en su narrativa sobre el tráfico de drogas proveniente de China y Venezuela, y en sus declaraciones recientes ha reiterado que el régimen de Maduro es responsable de facilitar este comercio ilícito. Sin embargo, la ambigüedad de sus comentarios ha dejado abierta la posibilidad de que, en su opinión, cualquier acción —ya sea en forma de más sanciones, medidas diplomáticas o incluso uso de la fuerza— siga siendo una opción. Aunque no ha hecho referencia explícita a enviar tropas a Venezuela, su tono amenaza con un aumento de la presión sobre Caracas.
El paralelismo con otros episodios de intervencionismo estadounidense
La creciente retórica de Trump hacia Venezuela trae a la memoria episodios previos de intervenciones militares de Estados Unidos en América Latina. A lo largo de la historia, la región ha sido víctima de políticas de injerencia externa, muchas veces bajo el pretexto de "proteger la democracia", "combatir el narcotráfico" "lucha contra el terrorismo en la triple frontera" o "defender la seguridad nacional". Desde la intervención en Cuba en los años 60 hasta los golpes de Estado en Chile, Argentina y Guatemala, Estados Unidos ha jugado un rol central en la reconfiguración política de América Latina, con consecuencias generalmente desastrosas para la estabilidad de la región.
Aunque la situación política en Venezuela presenta diferencias con esos episodios históricos, la retórica de Trump sobre el uso de la fuerza recuerda el peligro inherente a la intervención extranjera en los asuntos internos de países soberanos. En un continente con una historia marcada por la injerencia y los golpes de estado, las intervenciones militares no solo han sido destructivas para los países afectados, sino que también han debilitado la legitimidad de las democracias en la región. Por tanto, un posible ataque directo sobre Venezuela podría abrir la puerta a un patrón repetido de intervencionismo que podría tener graves consecuencias para todos los países latinoamericanos.
La soberanía latinoamericana frente a las amenazas de Trump
Desde una perspectiva soberanista, cualquier tipo de intervención, ya sea política o militar, sobre Venezuela representa un grave desafío a la soberanía de los países latinoamericanos. Aunque es ampliamente reconocida la crisis interna en Venezuela y las acusaciones contra el régimen de Maduro, la solución a los problemas del país debe ser abordada por los propios venezolanos, en un proceso que respete la autodeterminación y la integridad del país. La intervención extranjera, especialmente si se hace a través de la fuerza, nunca ha resuelto de manera duradera los conflictos internos en la región; por el contrario, solo ha perpetuado ciclos de violencia, inestabilidad y sufrimiento.
La historia de América Latina está llena de intervenciones extranjeras que han dejado tras de sí dictaduras militares, violaciones de derechos humanos y economías devastadas. La región ha sido constantemente vulnerable a la imposición de agendas externas, como lo evidencian las intervenciones de Estados Unidos en países como Chile, Nicaragua o El Salvador. Las consecuencias de tales acciones han dejado heridas profundas en la memoria colectiva de los pueblos latinoamericanos, que siguen luchando por mantener su independencia y autodeterminación.
La lucha contra el narcotráfico es sin duda una causa legítima, y es un desafío común para los países de la región. Sin embargo, la respuesta a este problema debe ser diplomática, colaborativa y respetuosa de la soberanía de cada nación. La opción de recurrir a la violencia y la fuerza militar solo exacerbaba las tensiones y tendría un impacto negativo en la estabilidad regional. Y a todas luces la lucha contra el narcotráfico parece ser solo una pantalla de humo.
Una invitación a la diplomacia y la resolución pacífica de conflictos
En lugar de apostar por un intervencionismo militar que podría desatar un conflicto destructivo, es fundamental que la comunidad internacional impulse soluciones pacíficas, basadas en el respeto mutuo y la cooperación. Los países de América Latina deben rechazar cualquier tipo de injerencia que ponga en riesgo su soberanía. La diplomacia, las sanciones selectivas y el diálogo deben ser los canales por los cuales se resuelvan los conflictos internacionales, no la intervención militar.
La experiencia de la región nos ha enseñado que la violencia nunca es la respuesta para resolver los problemas internos de los países. En el caso de Venezuela, el proceso debe ser conducido por los propios venezolanos, y cualquier intento de imponer una "solución" desde el exterior solo incrementaría el sufrimiento del pueblo venezolano. Maduro es un dictador de izquierda radical, debería ser derrocado si, pero por su pueblo, no por un gendarme global.
Conclusión: El peligro del intervencionismo en América Latina
La creciente amenaza de una intervención directa de Trump en Venezuela es un recordatorio del peligro que representa para toda América Latina. La historia de la región está marcada por las cicatrices dejadas por intervenciones extranjeras estadounidenses que solo han desestabilizado países y han alimentado el ciclo de violencia. América Latina debe rechazar cualquier intento de intervención externa, y abogar por una resolución pacífica de los conflictos, que respete la soberanía de cada nación y garantice la estabilidad y el bienestar de sus pueblos. Una intervención directa es una línea que no debe cruzarse.
La diplomacia debe prevalecer por encima de la violencia. Y, sobre todo, debe ser la región misma la que decida su futuro.
- El 17 de noviembre, Trump dijo que "no descarta nada" respecto a Venezuela, pero aseguró que informaría al Congreso si decide actuar, prediciendo apoyo bipartidista.
- El 16 de noviembre, prometió mantener al Congreso "involucrado" en discusiones sobre "próximos pasos", pero sin mencionar una propuesta de aprobación.
- Funcionarios de su administración han informado al Congreso que, por ahora, no hay planes ni justificación legal para ataques en territorio venezolano, aunque buscan opiniones jurídicas para evitar la aprobación congressional.
Esta presión incluye operaciones encubiertas de la CIA autorizadas por Trump desde octubre, el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford en el Caribe. Plataformas de rastreo aéreo identificaron esta semana aviones militares de gran capacidad operativa entre Venezuela y Curazao, incluidos un bombardero B-52, cazas F/A-18 y una aeronave de alerta temprana.
No parece factible que Trump termine realizando una guerra directa sobre suelo Venezolano, tal vez se trate de otro show más para ejercer presión mostrando la musculatura militar y la amenaza de que "todo es posible". Pero también es cierto que el presidente norteamericano necesita victorias palpables y concretas para consolidar su endeble movimiento MAGA, ante el peligro de una fractura definitiva. Una operación encubierta de cambio de régimen o una decapitación operativa de la cúpula militar y ejecutiva venezolana no parece como una opción lejana luego del precedente de la "Guerra de los 12 días" contra Irán.
Por Theo Belok, padre de la Teoría Soberanista; escritor y analista geopolítico, autor de "Trump contra el Globalismo" y "Globalismo: ¿Qué es y cómo derrotarlo?". Sigue sus análisis en su sitio oficial (teoriasoberanista.com).

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